Orlando Bloom

Rubio, elfo y arquero en la trilogía de "El Señor de los Anillos". Moreno, ingenuo y aprendiz de bucanero en "Piratas del Caribe. La maldición de la Perla Negra". Este año estrenará tres películas más: "Ned Kelly", "The Calcium Kid" y la megaproducción "Troy". Sabe que es afortunado ("Seguro que alguien, después de leer esto, piensa: ¿¡Maldito cabrón!¿", exclama), pero también entiende que lo está haciendo bien.
Tiene 26 años y aún le cuesta creer la popularidad que le ha llegado casi de sopetón. Hace apenas cuatro era un joven y prometedor actor británico con rasgos perfectos, ojos penetrantes, sonrisa demoledora y ganas de hacerse un hueco en su profesión. Desde entonces, ha cumplido sus ambiciones con creces: primero logró el papel de elfo rubio y angelical en El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, luego se transformó en soldado en Black Hawk Derribado y más tarde en un corsario en Piratas del Caribe. La maldición de la Perla Negra, capaz de plantar cara a Johnny Depp. Las revistas del corazón siguen todos sus pasos, adolescentes y maduritas suspiran por su cuerpo y ya se ha convertido en uno de los actores más cotizados de su generación. Entre los integrantes del sector, sus iniciales O.B. se han transformado en B.O.G, por Box Office Gold (Taquilla de Oro). La vida sonríe a Bloom.
Descalzo, vestido con una sencilla camiseta negra pegada a su torso y un pantalón vaquero sin cinturón que deja que se vean ostensiblemente los calzoncillos de rayas que lleva debajo, el actor se ve relajado en la habitación del lujoso hotel de Manhattan en la que recibió a FOTOGRAMAS. De su largo cuello le cuelgan al menos unas diez cintas de cuero, cada una de ellas atada a lo que él llama un talismán: Me los han ido dando personas que me quieren y yo los guardo para que sigan dando suerte, cuenta. La palabra suerte aparece constantemente en sus comentarios, como si quisiera recordarse a sí mismo que a ella le debe en parte su éxito.